vicente ferrer
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Parasoles y sombra para protegernos del sol

09 abril 2019

Se acerca el verano y ya hay quien empieza a tomar el sol cada vez que puede (bueno, los hay que no dejan de hacerlo durante el invierno) pero todavía hay muchas personas que no saben cómo tomar el Sol. Y es más peligroso de lo que parece, sobre todo para algunos tipos de pieles…

Lo primero es cubrirse durante las horas más agresivas, no hay que tomar el sol entre las 12 y las 16 horas. La radiación solar es más agresiva en ese momento, y lo peor no son las quemaduras: las posibilidades de que se origine un melanoma se incrementan exponencialmente, incluso en pieles muy morenas a las que el sol no quema después de mucha exposición.

Por eso los médicos lo tienen claro: de 12 a 4, váyase a un chiringuito, échese la siesta del burro, pásese a casa… Lo que sea, pero a la sombra. Es mejor equipar su jardín con unos parasoles y sombra que comprar protectores solares que hacen que no se queme… y que no se dé cuenta de la gran cantidad de luz que le está llegando.

El Factor de Protección de Algo

La radiación solar más importante es la repartida en el espectro del infrarrojo (ondas que sólo nos dan calor, como las que se ven en una carretera en el horizonte), el visible (la luz que nuestros ojos reconocen y separan según su color) y el ultravioleta.

Todos hemos oído algo del ultravioleta e incluso creemos saber lo que es, pero no las consecuencias que tiene sobre nosotros. Lo primero que hay que saber es que el Factor de Protección Solar (FPS) indicado en los protectores es una medida de cuánto tiempo podemos estar al sol sin quemarnos. Lo ideal sin protectores solares sería broncearse 15 minutos el primer día e ir aumentando 10 minutos cada día. El FPS pretendía ser una medida de cuánto tiempo más podíamos estar al sol sin que fuese perjudicial pero con el avance de las investigaciones científicas, ahora prácticamente sólo sirve para compararlos entre ellos… o ni eso. Porque sólo mide cuánto tiempo bloquea una parte de la radiación ultravioleta: los UVB.

Los escurridizos rayos UVA

En su momento era lógico preocuparse por los rayos UVB, porque son los que producen quemaduras, son los más energéticos. El fallo fue medir la protección únicamente frente a éstos. Hoy en día, los protectores solares muchas veces llevan alguna cantidad desconocida de bloqueadores de rayos UVA. Los más famosos son el dióxido de titanio y su primo de Zumosol, el óxido de zinc; en los mejores protectores van combinados con otros protectores como las benzonas y los antranilatos.

¿Y qué sucede con estos rayos UVA? Que penetran más profundamente en nuestra piel provocando habitualmente arrugas, manchas, rigidez y en los peores casos, cáncer. De hecho, las últimas investigaciones sobre las quemaduras solares han dado pie a una curiosa hipótesis: que las quemaduras podrían ser un mecanismo de protección a los rayos UVA.

De forma que tomando el sol con un protector solar nos prevenimos de una quemadura, sí, que nadie deje de usar protectores solares porque es más natural: los efectos de los rayos UVA se reducen en parte gracias al protector. Pero cuidado, porque no quemarse no significa que todo va bien. Siempre habrá una parte de radiación UVA, por mucho que nos protejamos, que penetre nuestra piel. Cuanto más UVA, más mutaciones se producen en nuestras células. Y el cuerpo elimina el 99% de las mutaciones peligrosas… Pero ¿vas a dejar que ese 1% te toque a ti?